
Autores: Isabel Uriostegui *, Christian Diego *
Escándalo.
En los últimos días los conflictos internos del partido Morena han sido foco de atención de la política nacional. En especial debido a que grupos internos piden la renovación de la dirigencia, la cual ha sido presidida desde hace 2 años por Yeidckol Polevnsky.
En ese contexto de pugna interna el pasado domingo se celebró el sexto Congreso Nacional Extraordinario de Morena que designó en votación unánime a una nueva dirigencia interina, encabezada por Alfonso Ramírez Cuéllar quién está comprometido a celebrar a más tardar en 4 meses el séptimo congreso, en el que definirán la ruta para renovar la dirigencia partido.
Alfonso Ramírez es un político con trayectoria dentro del PRD. En 2008 junto con Alejandro Encinas y Jesús Ortega compitió por la dirigencia de aquel partido, contienda en la que finalmente el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) tuvo que intervenir para avalar a Ortega como ganador, ya que dentro del partido no se pudieron solucionar los conflictos. En 2014 renunció al PRD y ahora en Morena es Diputado Federal y presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública en la Cámara. Comisión que al final de 2019 tuvo gran protagonismo para lograr la aprobación del PEF 2020. Para muchos la designación de Alfonso se debe a su cercanía con Pablo Gómez y su posible alianza con Bertha Luján.
Luján ha sido señalada como la principal artífice detrás de la congregación del domingo pasado al lograr reunir el apoyo de diferentes consejos estatales entre ellos el de la CDMX. En otro frente la actual dirigencia se enfrenta a Alejandro Rosas Díaz, actor ligado a Ricardo Monreal, que hace unos días rechazó enfáticamente la disposición por parte de Yeidckol Polevnsky por ceder el 75% de las prerrogativas de Morena al INE. E incluso en el candor de la discusión declaró su interés por interponer una acción ante el TEPJF para impedir la entrega de las prerrogativas, por cierto de él en el Congreso Nacional no se supo nada.
Es ilegal.
Tanto Polevnsky como el mismo Rosas han calificado de ilegal la realización y lo resuelto por el congreso morenista. Primero, porque en los estatutos del partido la convocatoria, dicen, debió ser avalada por la dirigencia en este caso por Polevnsky y los demás integrantes del Comité Ejecutivo Nacional. Y segundo, porque el pasado domingo 26 de enero solo se presentaron menos de la mitad de los 3 mil morenistas que integran al congreso.
Los datos.
El Congreso Nacional de Morena es el máximo órgano de dirección facultado para tomar decisiones como la designación de Alfonso Ramírez. Según el artículo 34° del estatuto del partido el Congreso Nacional tiene la opción de reunirse de manera extraordinaria, cuando lo soliciten por escrito la mayoría de los integrantes del Consejo Nacional, el Comité Ejecutivo Nacional o la tercera parte de los consejos estatales. Por lo tanto, la convocatoria del 26 de enero fue legal, ya que tuvo el aval del Consejo Nacional (55 de los 77) y los consejos estatales (18 de los 32). De ahí que la petición por parte de la presidenta ante el TEPJF de invalidar el proceso no fue considerada.
Ahora sobre la legitimidad de la elección, según el mismo artículo las sesiones extraordinarias del Congreso Nacional exigen ser presididas por el presidente del Consejo Nacional ( Bertha Luján) y el Comité Ejecutivo Nacional (entre ellos la actual presidenta), atributo que no se cumplió.
Además el artículo 35° señala que el Congreso no podrá contar con menos de mil quinientos ni más de tres mil seiscientos delegados efectivos, no obstante en lo votación pasada reportaron mil trescientos votos. Por lo tanto, la elección no alcanzó la representatividad de acuerdo a los estatutos.
En prospectiva
Apenas en los primeros días de noviembre 2019 Yeidckol Polevnsky declaraba que la renovación de la dirigencia se postergaría para mediados del 2020. Asimismo, anunciaba que ese mismo mes se efectuaría la Sesión Extraordinaria del Consejo Nacional, auspiciada por Bertha Luján, pero dicha reunión solo sería de carácter informativo y para realizar un cambio estatutario.
En contra de lo propuesto por la Presidenta, en dicho consejo se acordó convocar al reciente Congreso Nacional celebrado el 26 de enero 2020, totalmente válido. Más que un llamamiento expedito la pasada concentración de Morena mostró la fortaleza de Luján y su creciente protagonismo frente a las elecciones del 2021.
También fue relevante que uno de los argumentos en contra de la dirigencia nacional en el congreso fue el de donar el 75% de las prerrogativas al INE, sin haber un acuerdo previo con otros actores del partido. Promesa que venía sosteniendo AMLO y Morena desde 2017, además que fue cambiando del 50%, 65% y por último 75% al parecer sin ninguna controversia, hasta ese momento.
Pero al hacerse más factible la disminución del presupuesto del partido, se hizo más evidente que la dirigencia nacional de Morena tendría mayor control sobre la organización en los estados y municipios. Esta centralización reforzaría aún más el poder de la presidenta del CEN, que en 2019 sin tener ese control, logró en las elecciones de Quintana Roo y Baja California designar a los candidatos sin consultar a las bases.
Hace poco AMLO dijo “No, nada, nada, nada. Silencio”, cuando le preguntaron su opinión sobre la disputa por la dirigencia de Morena. Señal que deberá traducirse en una orden para frenar los conflictos o para remarcar la autonomía del partido en relación al Presidente de la República La respuesta necesariamente la dará la permanencia o no de Polevnsky y la forma en que se solucionará el interinato improcedente de Ramírez en la dirigencia.
También existe la posibilidad que al final ni AMLO, ni la concertación de los grupos darán solución al conflicto y dejarán todo en manos del TEPJF, volviendo a las viejas prácticas que tanto cuestionaban los obradoristas en el PRD.
Isabel Uriostegui, especialista en comunicación política, Mtra. en Comunicación por la UNAM.
Christian Diego, analista político, Mtro. en Estudios Políticos por la UNAM.